A Esteban. Cuando Esteban estaba presentando defensa ante el Concilio y parte de su discurso que dijo: "Mas Salomon le edifico casa; si bien el Altisimo no habita en templos hechos por manos de hombres, como dice el profeta: El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies..." Entonces Esteban fue apedreado y Saulo consintio en su muerte. Hechos 7:1-60
Desde niño escucho la palabra “Templo” pronunciarse en los diversos contextos eclesiásticos. He escuchado
muchas referencias al Templo como el santuario de Dios y el lugar de adoración. Inclusive, he estado en varias
inauguraciones de lugares donde se le ha llamado al lugar, el nuevo templo. Pero ¿será correcto llamar
nuestros lugares de celebración y enseñanza el “templo”? Esta y otras preguntas serán contestadas durante
esta enseñanza de hoy.
Definición de Templo:
Un templo es un edificio dedicado a ceremonias, ritos, adoración o la práctica de ordenanzas de una religión.
Desde tiempos antiguos, pueblos han construido y dedicado templos a sus dioses. Aún hoy, tenemos templos
en diferentes naciones y aquí en los Estados Unidos donde se veneran diferentes dioses. Inclusive, hay
miembros del cuerpo de Cristo que llamen el lugar de reunión sus “templos”. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca
de los templos?
Dios siempre quiso morar en medio de su pueblo:
En Éxodos 25:8, Dios le dice a Moisés: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”. Como
pueden leer, fue la intención de Dios habitar en medio de su pueblo. Pero existe un importante detalle digno
de señalar. Dios les dice, edifiquen un santuario para mí. En otras palabras, para poder habitar en medio de su
pueblo, su pueblo debía primero edificar una casa, una morada, un santuario, o un templo para él habitarlo.
Dios es quien elige para lograr sus propósitos:
En I Crónicas 28:10, luego de llamarle hijo mío, Dios le dice al Rey Salomón: “Mira, pues, ahora, que Jehová te
ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y hazla”. Al leer este pasaje, entendemos que
Salomón en obediencia edificó un templo para Dios; un templo que sería llamado el “santo templo”.
En el Salmo 65:4 el salmista escribe: “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en
tus atrios; seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”. Aquí miramos que en este santo templo
habitarían los que Dios iba a escoger y atraer a él. Este es un texto mesiánico y de verdad paralela. Una
verdad paralela es aquella que tiene un cumplimiento natural como uno espiritual presente o futuro.
Los Templos hechos de manos de hombres:
Los templos del antiguo pacto, fueron templos construidos por manos de hombres. El primero fue construido
durante el reinado del rey Salomón entre los años 970 y 940 a.C. Todos los escritos dictan que fue el más
hermoso, costoso y grandioso de todos los tiempos. Pero, además de su esplendor y descripciones de
grandeza, se le llamó “santo”. ¿Por qué se le llamó “santo” al templo? Para entender esto, hay que definir
“santo” desde la perspectiva bíblica.
La santidad del Templo:
En la Biblia, santidad es un sinónimo de pureza moral. Sin embargo, el alcance de esta palabra y, su concepto,
incluye mucho más que una pureza moral. La palabra en el hebreo para “santo” es kadosh que significa la idea
de unicidad, singular, y sin igual. Aquello que está separado, que es distinto, y que es único. Para Dios, el santo
templo fue algo único, sin igual, separado, distinto y reservado sólo para él. Como arquitecto, Dios es santo. El
diseño es santo y sus propósitos son santo.
¿Cuántos templos fueron construidos antes de Cristo?
A través de la historia del pueblo de Israel, sólo hubo un santo templo a la vez construido en la antigua ciudad
de Jerusalén. Nunca vemos múltiples templos construidos en diversos lugares de la Palestina. Y digo “a la
vez”, porque en total fueron dos templos que fueron construido y uno de ellos reconstruido en el monte santo
en la antigua Jerusalén.
Como les dije anteriormente, el primero, fue construido por Salomón durante su reinado entre los años 970 y
940 a.C. Pero este fue destruido en el año 586 a.C. por los Babilónicos (el primero de los imperios
representados en la imagen que vio Daniel) e Israel llevado a cautiverio por 70 años. Pero en cumplimiento de
una profecía de Jeremías y luego de 70 años de cautiverio (Jeremías 25:11; 29:10), el rey Ciro de Persa hace un
decreto donde le permite a Israel y les asiste en la construcción del segundo templo comenzando en el 537
a.C., y completándose en el año 516 a.C.
Cinco siglos más tarde, este segundo templo fue renovado por Herodes en el año 20 a.C., para tratar de
adquirir el favor de los judíos, sirviendo como un escenario para el cumplimiento de varias profecías
incluyendo la del primer advenimiento de Cristo sobre la tierra.
El propósito del templo y la unicidad de Dios
Para los judíos y la Ley de Moisés, este santo templo era un lugar sagrado donde venía a morar el santo Dios
entre su pueblo una vez al año. En 1 Samuel 2:2, leemos como los israelitas veían a Dios. El profeta Samuel
escribió: “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios
nuestro”. Dios es santo en el sentido de que él es único, distinto, y uno en su clase. Entre todos los dioses de
las naciones, Él es el verdadero Dios. El salmista
(en el Salmo 77:13) cantó: “Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué
dios es grande como nuestro Dios? Dios es santo en toda manera. Él no tiene comparación. No tiene igual. No
tiene competencia, ni tampoco rival.
Dios es infinito, todo lo sabe, él es todo poderoso, es omnipresente, es
omnisciente, nunca cambia, y él es mucho más. Me gustan las palabras pronunciadas del rey Salomón durante
la inauguración del primer Santo Templo (1 Reyes 8:23): “Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba
en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de
ti con todo su corazón”. Isaías hablando como profeta las palabras dijo (Isaías 40:25): “¿A qué, pues, me
haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo”.
El fin de los templos:
Ahora tengo una noticia que darles. La Biblia y la historia nos dicen que cada uno de esos templos hechos de
manos fue destruido. El último, el llamado templo de Herodes, fue destruido por los romanos en el año 70 d.C.
cumpliéndose la profecía de Cristo en Mateo 24:1‐2. ¿Y saben qué? Van exactamente 1,939 años que fue
destruido y ningún otro templo hecho de manos ha sido edificado en aquel lugar. Ni lo será. ¿Por qué?
Tenemos que ir a Hebreos 9:24. El autor neo‐testamentario escribió: “Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”.
Figura de lo verdadero:
Todos aquellos Templos fueron sólo una figura del verdadero. Una figura es un símbolo, es un tipo, un dibujo,
o una representación de algo. Una foto suya no es realmente usted, sino una imagen de usted. Un plano de
una casa no es su casa, sino una representación de su casa. Cada uno de los Templos que existieron en la
antigua Jerusalén fue una figura del verdadero templo. Entonces, ¿Cuál es el verdadero Templo? ¿Será tan
santo como aquellos hechos por manos de hombres? Primeramente escuchemos las palabras de Cristo mismo
en Mateo 12:6 “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”.
El mayor de los templos de la antigüedad:
¿Quién fue mayor que el templo renovado por Herodes el grande más de 2,000 años atrás? Cristo. Entonces,
Cristo es mayor que cualquier templo hecho por manos de hombre. Miremos lo que escribió Juan en el
capítulo 2:19‐21 sobre este asunto: “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo
levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo”.
Entonces, el Cristo, quien era mayor que el templo hecho de manos, era también un templo. El estaba
hablando de él mismo; un templo que no fue hecho de manos de hombres sino que fue engendrado por el
Espíritu de Dios en María y, que ahora iba morir para en tres días ser resucitado. ¿Pueden ver la razón por la
cual Cristo dijo que era mayor?
Ahora, ese cuerpo provocó algo en el mundo espiritual. Miremos a Romanos 7:4 “Así también vosotros,
hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó
de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios”. Primeramente, su sacrificio quitó la Ley de Moisés y,
segundo, nos hizo propiedad de él; propiedad del Cristo resucitado.
Como toda verdad es paralela, miremos
lo que el templo de su cuerpo es, en el mundo espiritual (1 Corintios 12:27): “Vosotros, pues, sois el cuerpo
de Cristo, y miembros cada uno en particular”. Lo que indica, si el cuerpo de Jesucristo, que murió y resucitó
fue el templo de su cuerpo y, Pablo dice que nosotros somos el cuerpo de Cristo, esto implica que el
verdadero santuario, la casa, la morada y el templo santo de Dios somos nosotros la Iglesia de Dios,
juntamente con Cristo. Un morada única, distinta, sin igual, una nueva creación, una nueva raza, un nuevo
templo santo creado por Dios. ¿Qué dice Pablo en 1 Corintios 6:19 sobre este asunto? “¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros?”
Yo no sé usted, pero esto es motivo de celebración y regocijo. La intención de Dios de morar entre su pueblo
se hizo realidad en Cristo Jesús. Por eso es que aquí en este momento, en la congregación de la familia de la
fe, se encuentra Dios presente. El apóstol Pablo dijo en su primera carta lo siguiente (1 Pedro 2:5a): “Vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual…”
Cada vez que las piedras vivas son reunidas para alabar y adorar al arquitecto por excelencia, algo tiene que
suceder. En su presencia hay sanidad, liberación, crecimiento, y edificación. Lucas nos aclara algo muy
importante en Hechos 7:48. El dice: “…el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el
profeta”. Más adelante en el capítulo 17:24 escribió: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él
hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas”.
Si Dios no habita en templos hechos de manos, entonces, ¿dónde habita este Dios que hizo el mundo? Pablo
tiene la respuesta en su carta a la Iglesia de Éfeso (2:19‐22). “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos,
sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas (¿Cuál es ese fundamento? Cristo), siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien
vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Nosotros, la Iglesia, juntamente con Cristo, somos el verdadero Templo del Nuevo Pacto. Una Iglesia espiritual,
y el verdadero santo Templo de Dios es espiritual sobre la tierra. Al ser su morada, al ser su habitación, al ser
su Templo, somos santos. Somos un Templo distinto, único, sin igual, donde cada uno viene a ser un santuario
de alabanza y adoración de pureza moral para él. Abba Padre.
Gracia y paz
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con
gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”
(Hechos 20:24)
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